Sentada frente a una hoja en blanco, dispuesta a escribir, dentro mío se abre un nuevo mundo a explorar donde mi creatividad, mis ideas, emociones comienzan a tomar forma a través de las palabras. En cada relato sale esa niña que disfruta, dejando de lado los prejuicios que fui ganando con la adultez. Desde pequeña cada vez que abría un libro mi imaginación viajaba por distintos mundos siendo princesa, heroína o una simple muchacha de época, fue la práctica que me brindo las primeras herramientas. Siendo adolescente mis relatos comenzaron a tener su lugar en un pequeño diario íntimo donde los secretos se atesoraban en ese gran salto de niña a mujer, donde aparecieron los primeros amores y desencuentros.
Lamentablemente con el tiempo, la rutina me llevo a dejar de lado ese hábito o quizás las creencias sociales por las que nos dejamos atrapar y esa niña escritora se escondió en un rincón del corazón. El tiempo paso y un día me di cuenta que esa escritora, quería volver a ser protagonista. Hoy decido darle su lugar, dejando de lado mi mayor prejuicio, la edad. Paradójicamente es quien me brinda la experiencia para hacerlo desde otro lugar. Reencontrarme o reinventarme es el fruto de una larga travesía que estoy disfrutando. Vuelvo a tomar una hoja en blanco y me dejo llevar ...
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